domingo, 1 de noviembre de 2015

Idealizando el aula.

Analizando el texto de Ángel Díaz Barriga, donde el principal tema sobre el que se habla es el del enfoque didáctico en el aula por competencias y todo lo que se arrastra con ello, vamos a realizar una pequeña reflexión sobre las ideas que nos han parecido más importantes.

En primer lugar, el autor piensa que junto con el término competencias va acompañado el término calidad.  Se piensa que con este nuevo enfoque, esta nueva perspectiva, la educación y el aula mejorará, llegará a su perfección. Nos dice que el término calidad es un término fantasma, una palabra vacía. Y así lo creemos nosotras.
Pensamos que esta idea va ligada a las políticas educativas neoliberales, donde quieren hacer de la escuela lo más semejante posible a una fábrica/empresa. Donde se pretende conseguir los mejores objetivos, ya sea de producción o de ventas, sin importar el nivel de explotación, el nivel de injusticias y el nivel físico y anímico de los trabajadores, de los niños. Para ellos son sólo meros números, meras marionetas de una sociedad corrompida y rota.

Un ejemplo son  autores como Freire y Freinet  que no hablaban de calidad, sino de educación liberadora, es decir, defienden una educación que esté centrada en el proceso no en el resultado, donde no se juzguen a las personas por su inteligencia o error, así como también se defiende que en la escuela se aprenda un conocimiento sensitivo, emocional, a parte del cognitivo. Porque como ya hemos señalado anteriormente, no somos máquinas, sino personas.


Siguiendo la misma idea, el autor defiende  métodos educativos que se se deben de  centrar en la secuencias de  proceso, no en el resultado. Estamos de acuerdo con esto. Nos pasamos media vida en la escuela, es el lugar donde mayor tiempo pasamos en la infancia y adolescencia. Este hecho nos marca, la escuela también nos hace crecer como personas, nos construye. Desde que tenemos tres años, (algunos desde los 6) vivimos con la presión de ser por lo menos suficientes en la escuela, no debemos de dejar de llenar nuestro "álbum de fotos" de la escuela de números que no bajen del 5. Y... ¿A quién le importa como lleguemos a esos resultados? A nadie.  Este tema nos preocupa bastante, porque consideramos que no es necesario crear personas perfectas, sino crear a personas que no tengan miedo a fracasar, que no tengan miedo al NO, y si alguna vez se enfrentan a ello, que tengan el valor de decir SÍ, de seguir a delante. 

No nos podemos olvidar   del tema de la evaluación, del resultado.  Nos ha gustado la idea de que la evaluación, el examen debe de ser como una experiencia de aprendizaje, una parte más del camino, no una etiqueta.
 Con la LOMCE, que impulsa el uso de las reválidas para conseguir una educación de mayor calidad, estamos haciendo que la autoestima y el autoconcepto de los niños baje, es decir, un examen de toda una serie de conocimientos no puede calcular tu nivel de conocimiento sobre ellos. Un  alumno, es un ser vivo, que tiene problemas, que sufre una serie de circunstancias, que vive. Si el día que realiza la reválida tiene un mal día o no está "espléndido" puede obtener una baja calificación y por lo tanto, su yo. El curso es un todo, no sólo los exámenes, cuenta el comportamiento, el grado de voluntad, la actitud y por supuesto la aptitud, por eso no nos tenemos que regir por meros tests,

Por último, se habla de las autoevaluaciones, en el aula algunos compañeros han dado su opinión al respecto, basándonos en nuestra experiencia como estudiantes, así como en nuestras creencias.  Hemos llegado en común a la idea de que este tipo de evaluación es más beneficiosa tanto para el alumno como para el profesor si se realiza conjuntamente, para que las personas sean autocríticas y así mismo se les evalúe desde fuera.

En conclusión, para terminar, exclamaremos una educación que se centre en el alumno, en su proceso y en su aprendizaje, para así conseguir de verdad una educación completa y de calidad. 

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